Caminaron por unos minutos, a un lado de ellos los soldados iban y venían; al parecer una gran fuerza de combate había llegado al pueblo en busca de los científicos.
-¿A dónde nos llevan? -preguntó Paulina mirando de reojo a uno de los soldados que los escoltaba.
-Al campamento... -respondió tajante el sujeto.
Avanzaron sin detenerse. El bosque cada vez se hacía más espeso, no había forma de que un campamento pudiese ser instalado en aquel lugar; pero pronto llegaron a un enorme claro en el que habían instaladas dos tiendas de campañas. Varios sujetos con batas azules se les quedaron observando mientras caminaban ambos escoltados por los soldados hasta la tienda más grande.
-Hemos encontrado sobrevivientes, señor -dijo uno de los individuos que los llevaba al mismo tiempo que los empujaba hacia adentro de la tienda.
Había tres hombre con batas blancas que observaban sorprendidos al escuchar a quien los traía, pues les parecía imposible encontrar seres humanos no contagiados a esas alturas. Un hombre de cabello gris, con algunas arrugas en el rostro y no más alto que Erik se acercó para observarlos con mayor cuidado.
-¡No somos especímenes! -reclamó Paulina.
-Lo sé querida, lo sé... -dijo el hombre ahora alejándose de ellos- espósenlos, déjenlos aquí y vigilen la entrada.
-Ustedes son los enviados para rescatar a los cientifícos... no tienen que tratarnos como prisioneros -dijo Erik mostrándole las esposas a los que estaban en el lugar.
-Ese es el trabajo de los soldados que se han encontrado por todo este lugar. El perímetro debe estar seguro, los N.S. puede atacar en cualquier momento. Yo soy un científico que trabaja para el gobierno de un país extranjero, mi nombre es Tom y estos señores que me acompañan -refiriéndose a otros dos sujetos que estaban a su lado- son Chris y Sebastian. Ambos son mis asistentes.
Paulina no le quitaba la mirada a Tom, había algo en él que le hacía desconfiar; algo no andaba bien en todo aquello.
-Necesitamos la muestra de sangre que han reunido los científicos para poder hacer una cura, sólo si es posible claro -explicó Tom mientras se paseaba de un lado para otro.
Cerca de una esquina había un escritorio repleto de papeles y libros y algunos tubos de ensayo vacíos colocados sobre un pequeño mostrador de madera que parecía fina.
-¿Ustedes los han visto? ya que no han encontrado rastro alguno de ellos -preguntó Sebastian sonriendo con malicia.
-Bueno... pues yo ni les he visto, he llegado al pueblo por la carretera -respondió Erik.
-Tú pareces ser del ejército, deberías saber dónde están ahora... -dijo Tom mientras se acercaba.
Paulina sonrió y respondió:
-Es verdad, soy del ejército; pero eso no signifca que deba saber el paradedor de esos sujetos. Soy la única que queda del grupo de contención enviado hace unos días a la ciudad.
Erik le miró de reojo. Se suponía que Paulina sí era una de las que acompañaba a los científicos que ellos buscaban; pero por alguna razón importante les había mentido. Pensó que era mejor guardar silencio.
-Ya veo... -murmuró Tom- pero no entiendo algo ¿Qué diablos hacían en el hospital?
-Encontramos un papel con ciertas instrucciones -contestó Paulina de inmediato-. Decía que habría un grupo de rescate en el hospital, por eso estabamos ahí.
-Justo a tiempo -dijo Sebastian mientras se agachaba para sacar una caja de vidrio de debajo del escritorio.
Chris le dio unas pinzas, después de unos segundos Sebastian se levantó con un insecto atrapado entre ellas. Era de color verde, de un tamaño poco común.
-Este es un insecto NoSaoigo, señorita -aclaró Tom-. Ellos son los causantes de esta maldita epidemia. Afortunadamente al llegar, hace unas horas, encontramos uno moribundo entre las hojas caídas de un árbol. Si bien es importante tener un espécimen, también necesitamos la sangre de uno de los contagiados. Hemos descubierto hace muy poco que son necesarias ambas cosas para poder fabricar una vacuna.
-¿Qué quiere decir con est? -preguntó Erik sabiendo la respuesta, pero rogando en su mente que fuese otra muy distinta.
-Desafortunadamente tendremos que infectar a uno de ustedes... -respondió Tom sonriendo con satisfacción-. Piénsenlo, es por un bien mayor, es por el bien de la humanidad. Si esta enfermedad se sigue expandiendo...
Se quedaron en silencio por unos momentos. Los científicos les observaban deseosos de contaminar con el virus de aquel insecto a uno de los dos; aunque lo que decían era realmente cierto. Era por un bien mayor.
-¿Quién de ustedes se ofrece... para salvar al mundo? -preguntó el científico Tom.
Erik recordó a su familia en la granja, a sus amigos en la universidad y a todas las personas por las que sentía cariño. Pero su madre, su padre y su hermana estaban contagiados con aquella terrible enfermedad, ya nunca más los volvería a ver. Ahora tenía la oportunidad de hacer algo por ellos.
-Acaben con todos los N.S. que encuentren dentro del hospital... cambio -ordenó Luxemburg calmadamente.
-Señor... no podemos... ellos... afectan nuestro ata... bio...
la comunicación del radio se perdió y la estática fue lo único que el capitán escuchó.
-Cuatro se quedarán en la entrada, los demás que vengan conmigo -dijo Luxemburg cargando una de sus armas y luego poniéndola en su cinturón.
Entraron con prisa, unos pocos disparos se escuchaban en algún lugar del edificio. Todos los soldados corrieron sin importarles cuando pisaban los cuerpos mutilados de algunos N.S. avanzaban directo a la recepción. De repente un muchacho de tez pálida y con apariencia de estar muy enfermo les bloqueó el paso.
-Fuego... -ordenó Luxemburg como si nada pasara.
Todos el grupo de soldados disparó al mismo tiempo al joven; pero este ni se inmutaba por la ráfaga de balas que caía sobre él. En su rostro se dibujó una macabra sonrisa y su penetrante mirada dejó inmovil a más de uno. Con velocidad anormal corrió hasta los soldados y de un manotazo derribó a varios de ellos.
-¡Retrocedan y disparen! -exclamó Luxemburg al darse cuenta de que ese no era un N.S. cualquiera.
Otro manotazo y tres miembros del equipo cayeron con el craneo completamente roto al suelo. Seis soldados más retrocedían y disparaban al mismo tiempo. El chico que les atacaba los lanzó hacia los muros para abrirse camino hasta Luxemburg.
-Maldito... -farfulló el capitán cuando el chico lo tomaba por un brazo.
Le azotó contra la pared con toda su fuerza; si mataba al líder los demás caerían con facilidad. Luxemburg intentó apuntarle; pero de un manotazo el N.S. le quitó el arma dejándole indefenso.
-¡A mi no me matas! -exclamó el líder del equipo.
Los otros soldados que aun estaban vivos comenzaron a disparar en la espalda del chico, pero nada sucedía. En ese momento Luxemburg observó un agujero del tamaño de una moneda en el cuello del muchacho e introdujó sus dedos en ese lugar. El N.S. gritó de dolor y soltó de inmediato al capitán dándole la oportunidad para matarlo. Luxemburg sacó el arma que llevaba en el cinturón y antes de disparar dijo:
-Te veré en el infierno... maldito monstruo.
La bala atravesó el ojo izquierdo del N.S. por fin quitándole la vida. Los soldados se colocaron de pie con calma, pues el N.S. que había causado tanto problema a los otros estaba muerto.
-No se confíen... -dijo de repente Luxemburg al ver a algunos sonriendo- la llamada por radio era del equipo que se encontraba en la recepción del hospital y este desgraciado deforme ha salido de esta habitación.
La sorpresa y el miedo abundó en el rostro de los soldados; todos sujetaron sus armas con fuerza, decididos a continuar por el pasillo. En ese momento varios N.S. llegaron corriendo desde la recepción y otros salían de las habitaciones cercanas, como si hubiesen planeado una emboscada desde el principio.
-¡Fuego! -exclamó el capitán.
Varios de los contagiados cayeron muertos; pero salían más y más de las habitaciones y por el pasillo no paraban de llegar. Todo terminaría ahí para ellos. Los soldados fueron cayendo, los seis casi al mismo tiempo fueron abatidos por los salvajes ataques de los N.S.; pero al llegar el turno de Luxemburg se detuvieron como si nada y sólo se limitaron a observar.
-¿Qué diablos sucede? -se preguntó el capitán.
Entre los N.S. apareció un sujeto que no parecía estar infectado, pero no le atacaban. Se abrió paso entre la multitud de contagiados que observaba con deseo al capitán Luxemburg.
-Busco a un chico llamado Erik, creo que usted lo mantiene en custodia...
-Un N.S. que habla... -murmuró Luxemburg.
-Maldita superioridad la suya -dijo el extraño sujeto-. Esto me ha salvado, es una bendición para mi. El haberme contagiado ha prolongado mi vida, capitán Luxemburg.
Después de sonreir a medias en un abrir y cerrar de ojos atravesó el pecho del líder del equipo de rescate sin dificultad. Luxemburg se quedó inmovil, la sangre brotó de su boca y cayó de inmediato al suelo, deslizandose a través del brazo de aquel que había robado su vida.
-Encuentren al muchacho y a los otros... bueno, pueden hacer lo que quieran -dijo el extraño.
Los N.S. gritaron y chillaron, como si estuvieran alegres; pero el ruido era tan macabro que no parecía ser así. Después de unos momentos siguieron por el pasillo hasta la puerta que daba al bosque que se encontraba detrás del hospital. No sin antes de matar a los que custodiaban la salida.
Erik se decidió, dejaría que el insecto le infectara. Tal vez podría estar con su familia de esa forma. Habían pasado tantas cosas que ni siquiera los había recordado desde el día en que llegó a la granja.
-Yo lo haré... -se apresuró a decir Paulina cuando se dio cuenta de que Erik hablaría.
-Eres muy buena -dijo Tom al mismo tiempo que hacía una seña para que Sebastian se acercara con el insecto a ella-. Recuerda que todo esto es para salvar al mundo. Mucho te lo agradecerán.
-Paulina... -murmuró Erik sorprendido.
Sebastian acercó el mosquito NoSaigo al brazo desnudo de Paulina; pero todo se fue abajo en ese momento, pues de repente un infectado entró a toda prisa por uno de los costados de la tienda de campaña saltando sobre Chris y rompíendole de unos cuantos golpes el cuello. Afuera los horribles gritos de los N.S. mezclados con los de los soldados que custodiaban el lugar les hicieron saber que estaban rodeados.
jueves, 31 de enero de 2008
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